martes, 13 de abril de 2010

¡GENERAL SE NOS FUE A LA MIERDA!

CAPITULO DIECIOCHO
- ¡General se nos fue a la mierda!
- ¿Que cosa? ¿La economía otra vez? ¿No me digas que falló el quinquenal?
- No General, la situación en Mercedes. ¿Se acuerda que le comenté? Si hasta nos cagamos de risa y todo con el asunto del asado que le afanaron a los gorilones. ¿Se acuerda?
-Si, si, siiiiiiiii m´hijo como no me voy a acordar – se rió el presidente con esa risa pausada y enérgica que tenía – ¿qué pasó con los gorilas? ¿Perdieron? Esos gorilas nunca entendieron como conducir un pueblo. La primera condición es que uno haya salido del pueblo, que sienta y piense como el pueblo. Y esos gorilas venían de acá, de la capital. ¿Qué se tenían que ir a meter? ¿Qué?
-Si… en realidad no - El secretario hizo un silencio largo, como metiéndole dramatización a la cosa.
-¡¡¡Hable hombre o no tiene pelotas!!! – ya se encontraba bastante exaltado.
- Si bueno, pasa que es una cagada grande... – otra vez el silencio.
- Habla pibe porque te bailo hasta el amanecer del 25 de mayo.
- Bueno Peralta, el constituyente que tenemos en la gobernación de la provincia…
- Si
- …bueno Peralta…
El general manoteaba el colt, que según decían, alguna vez perteneció al General San Martín.
- Bueno… secuestró a El Gobernador y dejó una frase escrita en la avenida del pueblo.
- ¡Que decía! – Abrochándose la funda.
- ¡¡¡Venganza!!!
- Y con eso - ya cruzando las piernas en el sillón de Rivadavia.
- y la remató: ¡¡¡VIVA EL GENERAL, MIERDA!!! – el pibe dibujó en el aire con la misma pasión en que Peralta lo dejó escrito.
- ¡Que pelotudo, van a pensar que el Partido Justicialista es el responsable de la sublevación del pueblo! ¡¡Les va a dar una escusa a los gorilas de la Sociedad Rural para que se nos vengan encima!! Pero... ¡¡¡Que pelotudo!!!

Peralta que había planeado todo desde un primer momento, que tenía paso a paso pensado. No planeó que su entusiasmo en el partido y en la lucha contra la oligarquía, lo iban a traicionar y lo llevarían a cometer semejante error.
El constituyente manejaba el 1500 con El Gobernador en el baúl, contento, con una cara radiante y llena de gozo. Saboreando cada momento de su plan. Repasó mentalmente uno a uno los momentos que le dieron la victoria. Hasta que llegó al final de su odisea y se vio pintando ¡¡¡VIVA EL GENERAL, MIERDA!!! En la avenida, en el mismo lugar en donde había quedado la vaca de Troya.
En ese momento se dio cuenta de la terrible cagada. Que su venganza tan bien planeada ahora le pedía su cabeza. Porque por más que matara a El Gobernador y concretara su plan; el mismísimo General, que el tanto admiraba, lo saldría a cazar.
La cara de Peralta al volante pasó de un gesto de alegría victoriosa a una seriedad de velorio, su piel perdió brillo y las ojeras oscurecían su mirada que comenzaba a filtrar un gris por sus ojos. El pobre tipo se escondió en sus hombros y manejó despacio, como una presa que esta entregada. Aflojó la marcha. Lento bajó a la banquina, detuvo el auto. Se miró las manos que atenazaban el volante como tratando de evitar lo inevitable. Suspiró profundo. Lo repitió una vez más.
Tomo coraje y bajó del auto, caminó hacia la parte trasera del vehículo, levantó la tapa del baúl. Y ahí estaba El Gobernador amordazado y atado de pies y manos. Peralta lo miró sombrío, tomó una carabina que estaba a los pies del mandatario. La examinó con mucho cuidado, le pasó la manga del saco para darle un poco más de brillo al caño y la cargó. Miro nuevamente a la víctima. Le sonrío moviendo apenas el labio superior y se llevó el arma a la boca.

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