lunes, 10 de agosto de 2009

"LOS BORRACHOS DE LA LIBERTAD"

CAPITULO CATORCE
Los borrachos de la libertad. Así se autodenominaron en el Este el grupo de hombres que la noche anterior se afanaron el asado para El Gobernador.
Y planearon la contra ofensiva. Una estrategia pensada por uno de los cerebros más florecientes de Mercedes Este: El francés Portos. Un inmigrante profesor de lengua y literatura en el instituto de Costumbres y Buenos Modales de Mercedes. Este hijo de Europa no solo era instruido, si no que también era ajedrecista y anarquista. Personaje que desde el comienzo del conflicto se mantuvo agazapado para meter mano en el asunto y dar cátedra, pero no sobre Shakespeare , no. Sino de cómo se debe hacer la revolución.
Además de cobrarse la vieja deuda por la partida de ajedrez que le robo el el Viejo Federico, un marxista barbero que vivía en el oeste.
Le comento su idea a Rolando y a este le gustó. No bien termino el francés de decirle
“… y voilà! ¡¡¡Au revoir Mercedes del Oeste!!!” Rolando saltó a una mesa y gritó a los que estaban reunidos, en el galpón:
-El franchute tiene una idea buenísima y si da resultado ganamos- dijo - ¡¡¡Les vamos a sacar a las mujeres!!!
- ¿Y cómo vamos hacer eso?- Preguntó uno revoleando la boina.
- Yo puedo responder eso, dijo el francés, mientras se acomodaba el monocular. No sé si se acuerdan de la Ilíada.
Todos de miraban, y se rascaban la cabeza. Suponiendo que estaban pensando, el Francés replico:
– Vamos muchachos, Paris, Agamenón, Helena, Aquiles. Por Dios Hombre, ¡¡¡Aquiles!!! ¿No me pueden decir que no conocen la historia del caballo de Troya?
Cada vez con mas asombro los hombres miraban al francés y murmuraban por lo bajo. Hasta que uno tomo valor y dijo:
-Vea don. Acá somos todos hombres de campo, lo mas cerca que estuvimos de un libro fue cuando el cura trajo un Martín Fierro de la Capital, con tapa de cuero.
- Bueno, suspiró el anarquista y con un gesto casi de padre les pidió que se acercaran para contarles la batalla de Troya, y como pibes se fueron sentando atentos a las palabras que el hombre les dirigía con tanta vehemencia y credibilidad.
Algunos realizaban movimientos, como esquivando un golpe o asestando una puntada.
Cuando terminó la historia, todos aplaudieron y le agradecieron por la “recitada”. Sin embargo no entendían que tenía que ver eso que les contó con Mercedes del Oeste y con secuestrar a las mujeres.
Con una sonrisa que no le cabía en la cara, con la seguridad que le dan sus pensamientos, Portos se sintió en ese momento que era el líder de una causa y que estaba a punto de decir la estrategia mejor planeada para ganar la batalla.
-¿Se acuerdan del viejo matadero?
-¡¡Si claro como no nos vamos a acordar!!
-Claro, claro- dijo otro.
-¿Cual es el emblema del Matadero?
Otra vez todos se miraron y rascaron la cabeza.
-¿Con que se identificaba la empresa? – continuó el francés.
Silencio.
Ya sacado de sus cabales y con una cara que empezaba a tener un tono borgoña, Portos pregunto:
- ¿Como sabían donde quedaba el Matadero?!!!
-¡¡¡¡Ahhhhhh!!!! ¿Usté dice la vaca grandota esa que está en el techo?
-Hombre, ahora nos vamos entendiendo. Bueno esa vaca va a ser nuestro caballo de Troya.
-¿Pero cómo la bajamoz? - Salto Román que escuchaba todo con mucha atención y sin perder detalle. – Ez muy grande, ez una Vaca Hereford, si bien no me equivoco- Aseguro Román dejando ver que de libros ni jota, pero en lo que a vacas respecta es un entendido.
-Bueno esos son dos mangos aparte, yo puse la idea ustedes tienen que ejecutarla.
-¡Tan difícil no debe ser! Le voy a avisar a mi primo que tiene tractor- Dijo una tal Antonio. Y salió disparado en la bicicleta.
La verdad es que hizo falta más que el tractor del primo de Antonio. Usaron 4 tractores, 2 camiones y 6 caballos percherones. Para bajar al monumento del animal de la loma y llevarlo adentro del galpón para ponerle rueditas.
Con la vaca ya preparada y acondicionada. Portos se dispuso a contar el resto del plan.
-Les vamos a dar la vaca como premio. Le vamos hacer creer que ganaron. Que triunfó el lado Oeste. Le vamos a pagar el asado que nos afanamos.
-Como es eso- Saltó uno.
-Callate, dejalo que termine – dijo otro.
– Cuando se mamen- Siguió Portos- Después de comer el asado. Entramos nosotros y les secuestramos a todas las mujeres.
-¿Y cómo nos metemos si esta la barricada?
- ¡¡¡Con la vaca!!! ¡¡¡Con la vaca!!! - gritó Román.
-Si señor, varios de nosotros nos metemos en la vaca y otros la dejan delante del tren que nos divide. Leen la proclama, pagan el asado y se van. Como son tan boludos y estoy más que seguro que tampoco conocen la historia, van a meter la vaca. Una vez adentro… ya conocen el final.
-¿Cómo es? - Atinó a decir un viejo del fondo.
-¿Cómo es que?
-El final
-Pero no zea boludo hombre- le respondió Román y lo miró a Portos buscando una aprobación.

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