lunes, 25 de mayo de 2009

"POR UNA BICICLETA NUEVA"

CAPITULO ONCE
-Me meo – dijo Román
Después de salir del estadio en patrullero y esposado, Peralta se sentía aliviado. Una vez más, y casi sin querer, había escapado a la responsabilidad. El patrullero dobló en Mendoza mientras algunos miraban por encima de las tribunas y otros se iban despacito a sus casas.
-¿dónde está Peralta? – preguntó El Gobernador abrochándose el cinto.
- se lo llevaron por robar una bicicleta- le contestó Mateo mientras les indicaba a los suyos que se fueran en silencio a sus casas.
- ¡¡es un inútil!! Te dije Mateo que con ese tipo no se puede contar, es un pelotudo importante pero la culpa es mía por mandarlo – rezongaba El Gobernador - ¿Qué hacemos?
- podemos ir a la comisaria pero mejor lo invito unos whiskys en mi bar así aclaramos un poco las ideas-
- sí, que se quede unas horitas encerrado por pelotudo-
-Me meo – dijo Román
El comisario manejaba sin hablar demasiado. Cada tanto se tiraba un pedo y miraba por el espejo retrovisor sonriente y con pocos dientes.
El patrullero se detuvo junto a un vagón. El comisario bajó del auto y desapareció por detrás del tren.
- ¿adónde fue el comisario Román?
- zeguro que al baño, Don Cozme zufre de ziztitiz. Yo también zeñor Peralta.
- dejá de llamarme “señor”…
En ese momento a Peralta se le erizó la piel y dejó de hablar. Por detrás del tren aparecieron el viejo Jacinto, Serafín el maestro de la escuela, el comisario con una bicicleta nueva y Rolando. Don Cosme dejó la bicicleta a un lado; ayudó a bajar a Peralta y después a Román.
- se viene con nosotros Peralta, tiene que explicarnos algunas cositas que nos enteramos de usted.
- ¿Y yo qué hago Rolando? - preguntó Román.
Rolando lo miró a Don Jacinto quien aspiró la pipa que ahora ardía con tabaco nuevo. Este pensó un instante y se acomodó el bigote:
- que venga con nosotros, es muy peligroso – dijo finalmente- Usted Don Cosme vuelva a su casa, deje la bicicleta, vaya a la comisaria y diga que se escaparon en un momento que bajó a mear.
- entendido – dijo el gordo, cargó la bicicleta, se subió al patrullero y se fue por Lisandro Latorre.
Los otros cruzaron las vías, subieron a la camioneta de Rolando y se fueron por la misma calle en dirección opuesta. Peralta seguía esposado sentado entre Rolando y Don Jacinto. Los demás viajaban atrás.
- ¿Qué va a pasar conmigo? – preguntó Peralta que ya no estaba tan feliz.
Ninguno de los otros dos le contestó y Peralta no volvió a preguntar. Luego de unos minutos llegaron a un gran galpón donde algunos con armas salieron al encuentro mientras aplaudían.
Rolando se subió al capot de la camioneta y habló.
- ¡Hemos ganado la primera batalla pero todavía falta mucho para lograr que Mercedes sea libre!
- puedo ir a mear – interrumpió Román
- si anda – y continuó su pequeño discurso- ¡muchachos estamos enfrente de gente que juega sucio, nosotros lo sabíamos pero ellos nos subestimaron y lo pagaron!
Todos dejaron sus armas en el suelo y comenzaron a aplaudir, saltar y cantar: “Mercedes libre, Mercedes libre”. No eran muchos pero festejaban como una barra brava.
- hoy nos emborracharemos hasta la madrugada porque a partir de mañana no tendremos tiempo para esas cosas.
Rolando bajó del capot y se acercó a Peralta.
-usted me defraudó Peralta – le dijo – aunque le confieso lo esperaba. Cuando nos enteramos que vendría alguien de la gobernación supe que nada bueno iba a resultar, Mateo tiene muchos amigos ahí, por eso hable con mi padre y decidimos que Román nos ayudaría en caso que se ponga turbio. Y se puso, solo respondimos con la misma moneda a esos hijos de puta.
Peralta lo miró en silencio, no tenía demasiado para decir. En el momento que se puso el traje de árbitro había aceptado las reglas de juego, aunque algunos hicieran trampa. ¿Cómo explicar que él no estaba de acuerdo con el plan de Mateo y los otros? Era la primera vez que hablaba con la gente del Este después del primer encuentro y nadie sabía lo que pensaba. Aunque les había dado una excusa perfecta con el robo de la bicicleta, los del Este tenían muy en claro que ese partido no iba a jugarse jamás.
- ¿y ahora? – preguntó Peralta.
- ¿ahora? – Rolando lo miró a los ojos – ahora empieza la guerra.

2 comentarios:

Naty dijo...

Estoy esperando el próximo capítulo!

gauchus dijo...

genial....muy bueno....