jueves, 26 de marzo de 2009

"EL WEMBLEY DE MERCEDES"

CAPITULO SIETE
-¡Quiero re truco carajo!- lo apretó Mateo
-quiero – contesto Rolando – y jugó despacito el ancho de espadas, los tres puntos le alcanzaban para ganar el “bueno”.
El último vagón del tren sirvió de lugar para decidir la cancha y la hora del partido. Y estaba decidido: la polémica cancha del Tripa y Corazón, el Wembley de Mercedes.
Y fue por esto que Mateo y Rolando casi se fueron a las manos por primera vez.
Lo cierto es que la cancha del Tripa estaba clausurada desde 1954 cuando en pleno partido murió un win visitante atropellado por el tren. Cuando se construyó esta cancha y por una disputa pelotuda, la línea del lateral quedo al borde de la vía por lo que las tribunas visitantes quedaron del otro lado. Esto trajo muchas peleas e incomodidades como cuando en la final de 1945 el tren no permitió ver el tercer gol del Pulperi que hubiera significado la copa Evita. Aquel gol fue anulado por presunto orsai desatando una batalla campal que duro un día y medio, y donde tuvo que intervenir gendarmería.
En 1953, con la visita del presidente fue el segundo gran enfrentamiento en esa cancha. Generando aquel hecho que avergüenza a Mercedes y que todos callan mirando el piso.
La del 54 fue la última y la peor. En pleno partido “kilombo” Zabala, rústico defensor del Tripa, observando el inminente paso del tren empujó al win Cornelio Mariatti perteneciente al Sport Arroyo de una localidad vecina, provocándole la muerte instantánea y la recuperación del preciado balón que le permitió salir jugando con la cabeza levantada. Luego de esto el partido fue suspendido, la cancha también y Zabala condenado a 20 años por homicidio.
Complejo escenario para un partido de futbol por la libertad.
A pocos días del match los ánimos estaban más que excitados, algunos del Este desde temprano dedicaban su tiempo al arreglo de la cancha (pintar el área, la línea del fondo, medir los arcos, etc) pero sin abandonar el espíritu combativo y rebelde que siempre fluye de este lado del tren. A las cuatro de la tarde el artista rebelde Juan Ignacio Pergolesi dejó estampado con cal en el medio del campo de juego el mensaje de bienvenida: “Fuera imperialistas del Oeste”. Esto sería lo primero que verían los jugadores visitantes.
-usted va a ser arbitro Peralta – le dijo Mateo
A las 7 de la mañana Román había ido a buscar a Peralta al Hotel con la excusa de una urgencia. Una vez levantado lo había llevado de apuro al último vagón del tren donde lo esperaban los líderes de cada bando.
-Nunca dirigí – contestó Peralta.
- Será su debut entonces – replicó Rolando.
- Bueno – asintió Peralta casi sin abrir la boca.
- ¡¡El domingo a las 3 en la cancha del Tripa!!- informó Natalia
- ¿Dónde queda? – indagó Peralta
- En el zezto vagón – le indicó Román.
Los martes en Mercedes se hablaba lo justo y necesario. Era miércoles.

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