lunes, 1 de diciembre de 2008

DOS ENTRADAS Y NINGUNA SALIDA

CAPITULO DOS
Tras la decisión tomada por los del Este, Mercedes quedo dividida de forma oficial.
Serafín el maestro de séptimo grado de la escuela 37 Juan Domingo Perón, era ahora el portavoz de esa parte de Mercedes. Él le comunico a El Gobernador que ahora en ese punto geográfico de la provincia habría dos ciudades. Y que necesitaban fondos para formar nuevas instituciones porque la mayoría quedaron del otro lado del tren.
Cuando El Gobernador recibió el comunicado, no lo podía creer.
-¡¿Qué les pasa a estos pelotudos?! ¡¿Cómo que dividieron la ciudad de Mercedes?! Inmediatamente mando a llamar a Peralta, funcionario ñoqui de la gobernación. Nadie sabía lo que hacía, ni el mismo Gobernador, pero sabían que el tipo fue constituyente y que estuvo en la reforma de la constitución del 53. Era evidente que era la persona indicada para resolver el conflicto.
Peralta entró en la oficina de El Gobernador, no tocó ni la puerta, pasó.
El Gobernador lo miró como para pegarle un boleo en el culo. Pero lo necesitaba.
- Peralta, andate para Mercedes y fijate que podes hacer con esos boludos.
- Pero yo no se una mierda ni de Mercedes, ni de divisiones políticas.
- Dejate de joder. Por lo menos serví para algo. Usa la cabeza, y no vuelvas sin resolver ese despelote. Mira que tenemos elecciones, no te mandes ninguna cagada.
Peralta quedo pasmado, nunca en su vida había hecho algo. Fue constituyente porque los dos primeros de la lista se enfermaron de viruela y él era segundo suplente.
Esta era su oportunidad de demostrar que no era un ñoqui más.
Salió rumbo a Mercedes en un Fiat 1500, auto oficial de la gobernación. Cuando llegó de mañana, vio el tren parado en el medio de la ciudad. Entre vagón y vagón se habían construido barricadas con ladrillos, escombros y maderas. El ambiente era tenso.
La ruta que lo dejó en el pueblo estaba en el Este, por lo que encaró primero ese lado.
- Disculpe ¿quien esta a cargo? -le preguntó a uno que avivaba el fuego para el mate cocido popular.
- El Rolando, el es el nuevo intendente de acá.
- ¿Dónde lo encuentro?
- Es aquel que esta hablando arriba de la Ford verde.
Rolando estaba dando indicaciones y resolviendo dudas de los vecinos.
Peralta se bajó del auto casi en la entrada y empezó a caminar hasta el centro de la plaza, donde estaba Rolando encaramado arriba de la camioneta a los gritos.
-Ese hijo de puta de Mateo se cree mucho porque tiene guita, acá compañeros vamos hacer una nueva ciudad, libre, socialista… ¡¡¡y si tenemos que cagarlos a tiros para que entiendan lo vamos a hacer, carajo!!! La multitud bramaba enloquecida, y disparaban al aire. Rolando interrumpió su discurso cuando lo vio a Peralta, le pareció raro ver a un tipo de traje en la ciudad. Y comprendió. Comprendió lo que el quería.
- ¡¡¡Compañeros nuestros reclamos fueron escuchados, El Gobernador vino a para ayudarnos!!!
- Este… en realidad, yo no soy El Gobernador y no vengo a ayudarlos. Vengo a ver que pasa y tratar de que todo vuelva a la normalidad.
- Normalidad va a haber cuando nos tomen en cuenta, siempre apoyando a la puta oligarquía, a los hijos de puta con plata como el Mateo.
- Porque no baja y hablamos como gente civilizada, no a los gritos.
- No señor, nada de secretos. Acá el que manda no soy yo. Es el pueblo, y si tiene algo que decir nos lo dice a todos o se manda a mudar.
Peralta comprendió que los ánimos de ese lado de la ciudad estaban muy caldeados. Levantó una mano como pidiendo calma.

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